Johnny Barbieri (poemas)

Segunda muerte de María

Johnny Barbieri
(Perú)




40 años después
María volvió a besar los muros de las calles intransitables
andar a pie confundida por las luces de los anuncios comerciales
llamar a Isaías por su nombre
aunque ya no haya ningún perro
que responda con sus ladridos ensordecedores
sólo una misma imagen dando vueltas en la habitación
ocultándose en un rincón del cuarto
María seguía siendo fea

y yo seguía clavado en su belleza intangible
acariciando su cuerpo infinito sus cabellos ondeados
sus manos que hacían los espacios perfectos
pero su edad se volvió una gran sombra
sus tardes se ataron a sus lágrimas
dentro de una pequeña cabaña solitaria
sola con mi recuerdo
y su inocencia perdida una noche de otoño
María se desnudaba ignorando las miradas del mundo
su cuerpo puro y cálido
su olor indeleble
y toda su tristeza aurea
permanecía intacta en mi memoria
en la imagen que dibujaban las cortinas
bajo este mar de sombras
La botella de leche en el mismo rincón
Isaías temblando solitario en la esquina
mi hijo envuelto en una sábana blanca
estaban allí
en ese silencio de la noche
en ese aullido de la soledad que lo abrazaba todo
María estaba muerta
mi hijo heredó su perfume
su gran melancolía
su perro miserable
yo la abracé llorando
pero su aliento de pobre no pudo más
ella murió
y yo morí con ella
Una noche como esta
María estaba de pie
pegado a la pared de la habitación
y sus calles inhabitables andaban por el cuarto
punzando aquellos años de felicidad
golpeando a la puerta que había decidido
no abrirla para que no huya Isaías
y su olor no se desvanezca con el olor de la mañana
y su recuerdo continúe grabado en los viejos papeles
Mi niño alcanzó los planetas
jugó con las estrellas
y escapó por la ventana
María instantáneamente
tomó su cuerpo
agarró su ropa
abrió la puerta y se alejó presurosa sin mirar atrás
El cielo cayó en mis brazos
los años me hicieron viejo como un viejo árbol
y mi perro murió en su rincón de siempre
hace años que ya la casa no es la misma
mi niño cuelga del cielo
y María está pintada en la pared de la habitación
con sus cabellos ondeados
su cuerpo infinito
y su tristeza aurea y definitiva como la mía.


Amo el mundo

Yo también amo el mundo
pintándola en las paredes de los burdeles
amo el mundo repitiendo en las calles
esos movimientos monótonos
de ir y venir
     ir y venir
    ir
Monsieur Brakett
yo amo el mundo
intentando huir
de los que como usted van creciendo en el umbral
pegado a la pared
van creciendo en línea recta y van girando también
                                                  en línea recta
creando una caída recta
                                     de pájaros que vuelan
                                                              un trayecto recto
Kierkegaard lo entendería mejor
la felicidad terrena como una trivialidad mundana
repitiéndose en medio del caos
Epicuro
Feuerbach
Banchi de las calles de Lima de 1986
Lima roja rosa rota para andar
desde el Cristo crucificado
al centro de este mundo real/irreal
un lugar para Voltaire
para ir y venir
ser o no ser
el velo de novia en medio de la noche
el caballo negro
lo total
Descartes en medio de esta irracionalidad
                                 de andar aquel camino
después del camino se ha emprendido
                                                     toda la vida
Yo también amo el mundo
tirando para atrás
mis redes con sus peces de cera
nihilistas del lado mayor
Heidegger - de entre todos
hijos de hojalata
hojas de un cuaderno de apuntes
de un viaje a Berlín
antagonistas de la nada 
opuestos de sí
yo amo el mundo
y el mundo me ama a mí.





II.8

Lo único real son mis manos clavadas en la pared
y mi caballo ciego tropezando por la habitación
mi pequeño caballo muerto
por esta habitación sin puertas ni ventanas
ni luz   ni espacio
sólo espaldas    sólo siluetas
sólo la soledad clavada junto a mi
lo demás son puras palabras
allá afuera
es trece de octubre
y hay sol y hay muchos caballos vivos
y está BUKOWSKI amarilleándose hoja por hoja
y un pájaro expuesto al sol amarilleándose
y un árbol frente a la casa amarilleándose dos veces
Pablo toma un arma y va a morir al patio
María pinta sus senos de azul
y sale a la calle a comprar legumbres
allá afuera
los obreros están trabajando
las mujeres están vendiéndose en las esquinas
es Lima 
y una vez mas
solo queda vestirse con un necio disfraz
para gritarle a todo el mundo que estas bien
que estarás bien por el resto de tu vida
pero ya nada importa
hace muchos años que ya nada importa
no importas tú
y no importo yo
Allá afuera Manuel tiene una patria
Efraín tiene un jardín con lirios rotos
y una mujer con un arco iris grabado en la espalda
Cecilia lava ropa por las mañanas y cuenta
las estrellas por la noche
tiene un hermano pequeño
dos meses de gestación
y un triángulo isósceles enrollado a su cintura
Aquí adentro
sólo estoy yo
sin patria
sin jardín 
y sin estrellas en la noche
sólo un candelabro encendido
y algunos cráneos tirados por el suelo
pero yo estoy aquí
y eso es lo que cuenta.






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